De la cantidad de cosas poco probables que podrían ocurrir en la vida, tener una conversación “seria” con La Gavilla Changoreta es una de ellas. Son como adolescentes en plena efervescencia, con tanta energía acumulada que se transmuta en un conjunto de sonidos que pasan por la champeta, el Bossanova, la estridencia de la guitarra eléctrica y los tarros. Toda una combinación de lo bailable y extraño que ellos llaman “Pachanga cruda”.
Nos encontramos en un garaje adecuado como su “ensayadero”. La habitación olía a polvo mezclado con el aroma inconfundible de la cerveza. La decoración hacía alusión a lo que es La Gavilla Changoreta en esencia: una mezcla indescifrable.
Así como sus canciones, una conversación con La Gavilla está cargada de humor, de ironía, de sarcasmos, de crítica cruda y dura. No paramos de reír, de bromear, de hacer una parodia de la realidad, y plasmarla no solo en los momentos, sino en sus vidas, en su cotidianidad, y por supuesto, en su música. Casi que la totalidad de las respuestas estaban precedidas de una risa estridente. CienFuegos, un albañil recogido; Sleepman, músico de oficio; FlacoTurner, Ingeniero industrial; y un Ingeniero de telecomunicaciones conocido como Aragón, se juntaron para hacer la música que ha puesto a pachanguear a más de uno.
Esta entrevista debe leerse con el filtro del humor encendido, para evitar caer en ofensas infundadas o malinterpretadas.
K: ¿Cómo nace La Gavilla? ¿A quién se le ocurrió esta idea?
Gavilla Changoreta: La Gavilla nace de CienFuegos, uno de los fundadores. Él y el antiguo percusionista. La idea era tocar tarros con los pies, amarrárselos y tocarlos con los pies. Esa idea no les funcionó ¡gracias al cielo! Y lo transformaron en un proyecto de varios instrumentos, más o menos desde el 2009. Desde el principio estuvimos muy centrados en la percusión, en hacer cosas diferentes, para no tener que contratar percusionista porque son muy chillones. Empezamos a hacer cajones en el piso que sonaran como bombos y redoblantes, e irlos tocando mientras tocábamos otros instrumentos. Queríamos darle un Swing nosotros mismos. Empezamos con el Tap, y fuimos mutando hasta quedar con el bombo, que podría decirse que es como el centro de la Gavilla.
K: De los actuales integrantes, sólo CienFuegos es de los fundadores de la banda, ¿Cómo llegaron los demás?
G.C: Compartimos agujas… jajajaja Al principio éramos tres. Podríamos decir que tocábamos música acústica, muy mística, letras más profundas. El otro integrante quería llenar más la cosa, darle otro matiz. Un día vio a Aragón cantando reggaetón y le gustó, así que lo invitó a la banda.
CienFuegos: Yo siempre fui muy celoso y no quería que nadie más entrara, como estuve desde el inicio. Pero me salí un tiempo de la banda, y cuando regresé ya tenía que adaptarme al cambio. A pesar de mi resistencia, han sido cambios muy chéveres. Aragón lleva siete años. A los dos años de haber empezado la banda llegó él. Sólo hubo un toque donde estuvo él con los integrantes antiguos, y es el toque más brutal que ha tenido la banda. Fue la inauguración de la antigua “Casa Escuela”, en La Ceja, en el año 2013. Para ese concierto, como era tan importante, invitamos a Sleepman para que tocara el bajo… ese es otro que lo invitamos y se quedó.
Gavilla Changoreta: Cuando ingresó el bajo notamos que sí, que definitivamente nos hacía falta. Ese día se sentenciaron ambos vocalistas que no seguirían juntos. No se entendieron. En la banda quedamos, entonces, Aragon, CienFuegos, Sleepman, y Momo, quien ya no está.
En una presentación posterior conocimos a FlacoTurner. Experimentamos y se adaptó muy bien a la percusión, así que no hubo excusa para poder decirle que no, al menos de parte de CienFuegos que era quien se oponía a la entrada de nuevos integrantes. En algún momento también hubo una voz femenina, que participó incluso en la grabación del disco. Con ella no duramos mucho. Básicamente, creemos que era difícil para ella por ser la única mujer, pues nosotros siempre estamos molestando, y charlamos pesado, entonces es entendible, no funcionó. El otro inconveniente es que se fue, tuvo un viaje y partió, así que la banda tuvo que seguir sin la voz femenina.
K: ¿Cómo se enfrenta La Gavilla a la pérdida de uno de sus integrantes, en este caso una voz femenina que está tan presente en las canciones que hacen parte de su disco?
Gavilla Changoreta: Al principio intentamos tener una artista invitada en las presentaciones para cantar esas partes. Luego decidimos que era mejor seguir con el formato de cuatro personas. Todavía es difícil. Hay un par de canciones que hemos decidido dejar de tocar precisamente por esa ausencia de esa voz, no hemos podido lograr adaptarlas porque se les pierde la intención inicial. Como nuestro formato es tan pequeño, con sonidos diferentes, la pérdida de un integrante es muy difícil de reparar, el hueco que queda es grande en la banda.
¿Desde el principio se llamó La Gavilla Changoreta?
Siempre. Hicimos un formato de banda que estuvo un año más o menos sin nombre, y algún día uno dijo “La Gavilla Changoreta”, y así quedó, sin más rodeos.
¿Y el género?
Gavilla Changoreta: Masculino. Jajajajajajajajajajaja… Lo que pasa con el estilo de música, es que nunca dijimos que queríamos hacer un género en particular, hemos mezclado sonidos y dejado que fluya, ya el nombre se lo da cada quién.
Sleepman: Es que eso ha mutado mucho. Yo conozco la banda desde el principio porque ellos ensayaban en mi casa, en mi habitación, ni me dejaban dormir. Entonces la música ha cambiado mucho. Al principio era un sonido un poco más Pop, más suave, incluso tocaban un par de covers reggaesudos. Eran más locotas jajajajaja. El punto es que La Gavilla siempre ha estado en movimiento, no nos ha interesado nunca tocar como un género en particular, tropical, o cualquier otro, nos interesa estar en movimiento, estar creando, improvisando, esa es como la idea. De hecho, nuestras canciones todavía varían mucho, por ahí hay algunas a la que le hemos metido trompeta, aprovechando que hay un trompetista en la banda. Eso es lo que nos interesa de La Gavilla, la experimentación. No quedarse en lo mismo. Por ejemplo, “Ojitos raros” que es nuestra canción más conocida, es como una champeta “oscurita”, es muy chévere y pega mucho, y para nosotros hacer canciones así es muy fácil porque son ritmos muy básicos, pero la idea no es esa, sino hacer otras cosas, experimentar con otros sonidos, otros ritmos y otras melodías.
La gente insiste en que le metamos batería, pero no queremos, nos interesa es intentar con otras cosas, tarros y percusiones raras.
K: Eso en cuanto a las melodías, a los sonidos, ¿y las letras?
En su mayoría compone Aragón. Del álbum anterior, un 90% es creación suya. Las nuevas composiciones se están haciendo de la misma forma, cada uno hace lo que sabe hacer. Pero la banda ha exigido una madurez en las letras, que ya no sean los mismos temas del primer álbum.
Aragon: Es un reto personal, y es un reto aceptado. Me lleva a una autocrítica y a ver qué más cosas hay en el mundo y de qué otra forma se puede plasmar ese mundo en canciones.
Gavilla: En la última composición se ve el conjunto, ahí sí hubo un trabajo conjunto a la letra y la música, “La maleta” se llama. Es una canción muy simple, pero fue un proceso de casi dos años para crearla. Siempre se respeta mucho la propuesta de Aragón, aunque todos hacemos nuestros aportes y damos opiniones sobre cosas que no nos gusten o que deban mejorar, pero con “La Maleta” nos dimos a la tarea de proponer entre todos, y salió algo que nos gustó. Algo chévere es por ejemplo el uso disruptivo de las palabras. Por ahí hay una canción que dice “Estógamo”, son palabras bonitas que generan algo. En “La Maleta” hay algunos disparates que son muy agradables, nos gustan. En esta letra intervinimos todos, y hasta que no estuvimos conformes, no funcionó.
K: ¿Cómo fue ese proceso de creación del disco, y de la parte visual que también es tan impactante con La Gavilla?
Gavilla Changoreta: La idea del primer disco era trabajar mucho la parte circense. Varios amigos que caían a los ensayos se llevaron ideas para darle imagen a ello. Calcas, posters, afiches, movimientos en redes… Queríamos jugar desde la imagen también con esa jocosidad y lo cotidiano que es La Gavilla.
FlacoTurner: Cuando llega el disco, uno de los momentos más esperados es quitarle el plástico, abrirlo, destaparlo, y a mí por ejemplo me lo abrió Aragón, no me dejó destapar el disco a mí. Pero fue un trabajo luego fuerte en conseguir sonido para el lanzamiento, adecuar un lugar (una carpintería fue el espacio usado), y en La Ceja que es tan difícil que la gente vaya a un evento, y menos pagando una boleta sobre todo si es algo como teatro, poesía, rock o hasta esta música rara, era un reto grande, porque además la boleta era “costosa”, valía 15 mil COP (unos 5 dólares aproximadamente), o 25 mil COP (Aproximadamente 8 dólares) con el disco. Entonces decíamos que así tuviéramos que tocar solos, lo íbamos a hacer. La idea era parcharnos, y sacarle provecho al espacio que ya teníamos.
Gavilla Changoreta: La gente fue, disfrutó, se empantanó, los vecinos se quejaron y debimos ir de casa en casa, pero vimos que funcionaba. Así que decidimos continuar trabajándole a la idea, no desde una línea musical, sino desde la riqueza y la complejidad de la música, y lo sencillo que uno la puede convertir a partir de eso confuso, y buscar enriquecerla con muchos detalles. Entonces nos preguntamos cómo seguir haciéndolo de manera juiciosa, o sea, buscar otros escenarios, tocar puertas, hacer cartas, llorar y revolcarse para gestionar cualquier cosa.
Nos pusimos en esa tarea de tomar un cuaderno y escribir, y plantearnos tareas y objetivos concretos. Incluso llegamos a hacer muchas filas acá en el municipio, en la alcaldía, pidiendo citas con muchas personas para muchas cosas, de la cuales ninguna se dio nunca. No perdimos el tiempo, porque aprendimos, pero cuando nos preguntan en entrevistas que hemos dado, por ejemplo, en Telemedellín o Telantioquia, que de dónde somos, siempre decíamos que de La Ceja, porque estaba instaurado en nosotros ese lugar donde vivimos y nacimos, pero después vimos que La Ceja en realidad no nos está brindando nada. Hemos tratado de gestionar buses para llevar a la gente a un evento, o un teatro para ensayar y nos responden “Vale 800 mil pesos”, entonces no decimos ya que somos de La Ceja, preferimos decir que somos una banda de las montañas de Antioquia. En realidad, Medellín nos ha abierto más las puertas, así que queremos es salir más. Cuando nos preguntan por qué no tocamos más en La Ceja, decimos que es porque la gente acá es muy desagradecida, y es la realidad. Y lo otro es porque nosotros queremos ver este proyecto como un proyecto real, que podamos dedicarnos de lleno a él y tocar en muchas partes, pero para eso hay que darle muy duro en los pocos tiempos libres. Por ejemplo, tomar un trasporte, empacar tres o cuatro discos e irse a equis parte a llevar la propuesta, y darlo a conocer así, y a tratar de convencer a la gente que nunca ha escuchado tu música a que al menos se dé la oportunidad de escucharte. Así hemos estado trabajando estos años, hemos tenido crisis duras en las que hemos llegado incluso a considerar parar la banda…
K: ¿A qué se han debido las crisis?
Gavilla Changoreta: Desde el principio nos ha tocado duro, digamos que este semestre las cosas han sido muy bonitas porque nos han llamado a tocar en muchas más partes, por ese trabajo que hemos venido haciendo, pero esto ha sido una inversión muy grande, de plata, tiempo, esfuerzo, dedicación, y a veces no tenemos ninguna de estas. Por ejemplo, este espacio es de nosotros –el garaje donde nos encontramos–nosotros decidimos alquilarlo para disponer de él como quisiéramos, porque en La Ceja ensayaderos propios de bandas, creemos que el de La Gavilla y no sabemos si hay más, pero creemos que no. Si hay que ir a tocar a alguna otra parte, todo nos lo costeamos nosotros, entonces el tema de los recursos es uno de los más difíciles porque no tenemos los súper ingresos como para dedicarnos de lleno a esto.
Lo otro que ha sido muy complicado es que hubo un momento en que tocamos muchas puertas y no salía nada, nos resultaban muchos toques, y días antes nos cancelaban dos o tres y nos quedábamos en ceros, entonces empezamos también a cuestionarnos si era que no estábamos haciendo la cosas bien. En ese momento hubo una frustración general.
Hace dos años tenemos la idea de grabar otro disco, pero no hemos podido. Lo mismo nos ha pasado con varias invitaciones que tenemos pero que no hemos podido aceptar. Tenemos una invitación reciente para Bolivia, este año en Mayo, y otra para México, con cartas firmadas desde allá, y tocamos puertas en La Ceja y nada. Uno no necesita todo el recurso, pero al menos que te den una palmada en la espalda y te digan “Te vamos a colaborar con un tiquete”, o cualquier cosa que lo hagan a uno saber que al menos no está solo, porque cuando salen las noticias buenas, después de que uno se reventó hasta la mierda, ahí sí nos ponen en páginas a decir que estamos representando a La Ceja, y eso es muy triste.
Entonces no es que seamos creídos, somos unos gamines, pero uno respeta la música. Tenemos la idea de hacer un festival, pero queremos tratar a los músicos como nosotros creemos que merecen ser tratados. Entonces, aunque muchas cosas nos han bajado la moral, cuando estamos en esas crisis, llega una lucecita, por allá en otra parte, no en La Ceja, que dice “Parce, qué chimba su música, quiero que toquen acá”, o nos menciona en redes algún parcero de otro lado que no conocemos, o nos escriben un correo, diciéndonos que nos escucharon y que les gustó nuestra música. O cosas como esta, que llegue una revista de unos parceros a decirnos que quieren promover nuestro proyecto, este tipo de cosas son la que lo alientan a uno, las que nos motivan, la familia, los amigos que caen a un concierto, que viajan, ahí está nuestro aliciente.
CienFuegos: Yo creo que lo que nos estanca es el hecho de ser músicos de La Ceja. La Ceja es un estanque porque a todo el mundo quiere ayudar, pero no apoya a nadie. Cuando decimos que somos una “Banda independiente”, es en serio.
K: ¿Para dónde va La Gavilla?
Gavilla Changoreta: Este año vamos a grabar de forma profesional nuestro sencillo Tic Nervioso, y otros que tenemos ya listos y que queremos ir soltándolos. Pero en lo colectivo, lo que queremos es seguir andando, y cagarnos de la risa con todas las personas de este mundo que nos sea posible. A nosotros nos desespera el encierro, entonces necesitamos estar en movimiento y nos gusta porque la interacción nos hace mucha falta, nosotros somos seres muy sociables así no parezca, y la interacción es parte de la naturaleza humana, pero nos gusta mucho conocer muchos espacios, bares, parques… andar y ya. Sólo queremos eso.
K: ¿Cómo los ha recibido la gente que no los conoce, por ejemplo, en festivales de rock, al escuchar sus sonidos y su música?Gavilla Changoreta: Lo más chimba que hemos presenciado es ver a la gente delante de nosotros, frente al escenario, moviéndose de las maneras más extrañas que hayamos visto. La gente se mueve como le da la gana, y todo el mundo está muy bien. Nos hemos encontrado con gente rara que jamás en la vida habíamos visto, cantando los temas a todo pulmón. Desde niños de siete años hasta viejitos, es una nota. La percepción que nos queda es que cuando la gente nos ve es una cosa muy bacana, muy bonito. Es un objetivo que nos habíamos planteado, que era sacudir a la gente, no desde dar un mensaje de cuidado al planeta, o de conciencia sobre equis tema, eso está muy trillado, más bien desde la diversión, desde los sentidos de cada uno, no sólo desde lo musical, sino desde lo visual. Por ejemplo, ver a un negro como Aragón con un plumaje de indio, es algo impactante y que cala. Por el lado de la música, la gente también nos pregunta qué música tocamos, incluso hasta metaleros radicales se han interesado por la banda, entonces yo creo que hemos logrado algo muy genial que, al menos acá en el oriente, pocas personas se han interesado en compartir con la gente y eso nos parece muy bacano y muy importante. Por ejemplo, hemos sonado en emisoras que ni nos imaginábamos, como en Radio Tiempo, en Fantástica… como que el género se lo meten por el &#$%… Pero en últimas, lo que queremos en común es viajar mucho. La meta es que la banda sea reconocida mundialmente. Más allá del dinero. Poner a bailar al mundo.